Cap. 45: Amenaza en marcha.

Teo estaba frente a una mesa con sus compañeros, trabajando en un circuito digital. Mateo, el asistente androide, explicaba cómo configurar una serie de sensores para un sistema de riego automatizado.

Pero Teo, que normalmente habría sido el primero en intervenir, apenas levantaba la vista. Mantenía los hombros encogidos, los ojos fijos en el tablero, como si lo demás no existiera.

—¿Ese es nuestro niño genio? —murmuró Iker con el ceño fruncido.

—No… ese no es Teo —susurró Amelia, sintiendo el nudo apretársele en el pecho.

Esperaron a que terminara la ronda de preguntas y luego hicieron una seña para que él saliera del aula.

Teo caminó hacia ellos despacio. Al verlos juntos, su rostro se mantuvo impasible.

—Hola —dijo con voz queda.

—Hola, campeón —respondió Iker, agachándose a su altura—. Estuvimos hablando y… cuando termines tus clases hoy, vamos a ir al parque de diversiones. ¿Qué dices?

El niño parpadeó.

—Bueno —fue todo lo que dijo.

Ni una sonrisa. Ni un brillo en los ojos.

Ameli
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