Cap. 22: Lo hice por vengarme.
Amelia seguía quieta frente a la ventana del segundo piso, con los ojos clavados en el patio donde Iker y Teo ensamblaban las piezas del robot. A cada clic de ensamblaje, el niño reía con más fuerza.
—¿Qué tanto miras? —preguntó una voz justo detrás de ella.
Amelia se sobresaltó y giró en seco. Clarissa estaba ahí, recostada contra el marco de la puerta, con una ceja alzada y una sonrisa pícara.
—¡Me asustaste!
—No era mi intención —dijo la otra, acercándose. Se apoyó junto a la ventana y echó un vistazo al patio. Sus ojos se agrandaron.
—¡Wow! —exclamó, arrastrando la vocal como quien descubre una joya inesperada—. ¿Y ese bombón quién es?
Amelia sintió un pequeño cosquilleo incómodo en el estómago. No respondió de inmediato. Solo se aclaró la garganta.
—Es Iker Balmaceda… el posible padre de Teo.
Clarissa silbó con admiración y luego se giró hacia ella con una sonrisa burlona.
—Vaya que tienes buen gusto, amiga. Escogiste bien. Muy bien. Ese hombre está para comérselo sin culpa.
Amel