Cap. 21: El regalo perfecto.
Las palabras golpearon con más fuerza de la que ella imaginaba. Iker no dijo nada, pero su mandíbula se tensó. Cerró los ojos un segundo, sintiendo cómo esa última frase le rasgaba el escudo que había levantado. Ella lo necesitaba. Lo decía con esa voz frágil que él conocía bien. La misma voz que en el pasado lo hizo quedarse.
Pero esta vez no giró. Porque sabía que si la miraba, se traicionaría. Solo respondió con tono plano, sin emoción:
—Voy a pensarlo.
Amelia sintió un leve alivio abrirse paso entre el nudo de emociones que llevaba en el pecho.
—Iker… —murmuró, dando un paso hacia él—. Gracias por salvarme ayer.
Él giró apenas el rostro, lo justo para que ella notara la dureza en su mirada.
—Ten cuidado con quién sales, Amelia. Porque yo no pienso defenderte de nuevo. Por cierto bonitas flores —musitó al ver las que había dejado Lisandro minutos antes.
Y entonces se fue, dejando tras de sí el eco de sus palabras… y a Amelia con la garganta apretada y el orgullo quebrado.
—Maldici