Lisandro se pasó una mano por la nuca, como si organizara las palabras.

—Natalia fue a buscarme hace unos días. Quería que fuéramos aliados para separarte de Amelia. —Sonrió sin humor—. Le dije que no, por supuesto… pero ahora podría decirle que cambié de opinión.

La tensión se disparó.

Iker entrecerró los ojos.

—Explícate.

—La voy a llamar —dijo Lisandro, ya tomando su móvil—. Le diré que tengo buenas noticias: que tú y Amelia no llegaron a casarse. Que hubo un incidente. Y que Amelia está desaparecida. —Hizo una pausa calculada—. Le insinuaré que fue un secuestro.

Iker se tensó.

—¿Y eso cómo ayuda?

—Porque la voy a provocar —respondió Lisandro—. Sutilmente le preguntaré si fue ella. Obviamente lo negará. Entonces le diré que es una lástima, porque si ella tuviera a Amelia, yo le pagaría muy bien para sacarla de escena y me aseguraría de llevarla bien lejos y que nunca volviera contigo.

La frase quedó suspendida en el aire.

Blair abrió los ojos apenas, sorprendida por la frialdad est