Promesas pospuestas.
Desde el instante en que los solemnes portavoces de mi familia anunciaron que mi destino estaba sellado con Arman, una mezcla de euforia y melancolía se apoderó de mí.
Mientras escuchaba aquellas palabras llenas de autoridad y tradición, mi mente no cesaba de divagar entre los recuerdos de mi infancia y las preguntas que el futuro forzado me planteaba. ¿Realmente estaba enamorada de Arman? Por supuesto, pero para él sólo era la hermana menor de su mejor amigo, esa niña a la que miraba con la misma ternura que cuando éramos niños, a pesar de que solo me llevaba, al igual que mi hermano mayor, cinco años.
Desde niño había ejercido sobre mí una fascinación indescriptible, su lado sombrío, casi enigmático, contrastaba con una innata capacidad para protegerme y prestarme atención, haciéndome sentir única.
Esa mañana, decidí encontrarme con él en un pequeño café enclavado en una calle discreta del centro.
El lugar, estaba decorado con sutiles matices al pasado y una atmósfera casi cinemat