Destino.
De pronto, el ambiente al igual que el aire se volvió cálido. Nos levantamos del asiento y decidimos dar un paseo por las calles iluminadas por el atardecer. La ciudad, con sus luces radiantes y sonrisas apagadas, parecía el escenario ideal para que nuestros corazones liberaran parte de la tensión acumulada.
Mientras caminábamos, recordé con nostalgia los momentos en que, de pequeñas, corría por el patio de la mansión O'Sullivan, dejando volar la imaginación. Arman siempre había sido un misterio; no importaba por donde corriera. Él siempre estaba allí, mirándome con esa actitud de indiferencia y a la vez, de curiosidad.
Cada recuerdo de esos días se entrelazaba con lo que estábamos viviendo ahora, y cada anécdota me hacía sentir que, a pesar de todo, él era algo similar a un amigo de la infancia.
—Arman, ¿Alguna vez has pensado que tal vez podríamos elegir algo diferente, en lugar de simplemente aceptar un matrimonio que ninguno de los dos eligió? —Me atreví a preguntar. Él se det