Mi mafioso hermano gemelo.
Sorprendidos por las palabras de Agnes. Todos permanecimos en silencio. Incluso Oliver que debía brindar apoyo a su esposa, seguía sin poder emitir una palabra de consuelo.
El silencio se expandía por toda la sala, sin que ninguno de nosotros tuviera el valor de Agnes de confrontarlos. Todo pasó demasiado rápido, antes de darnos cuenta mi madre se había acercado a Agnes y la había abofeteado tan fuerte que Agnes cayó al sofá tras de ella.
Fue ahí cuando Oliver reaccionó y con la misma rapidez de mi madre, se acercó a Agnes, interponiéndose entre mi madre y ella.
—No te atrevas a tocarla nunca más. —Ordenó Oliver con tal fulgor en su voz, que si no lo conociera, habría jurado que sería capaz de golpear a nuestra madre. Ella, asustada por la actitud de Oliver, retrocedió unos pasos, pero rápidamente se irguió frente a él.
—¿Cómo tienes la osadía para hablarle así a tu propia madre? —Inquirió mi madre melancólica, en un acto que todos sabíamos que era de manipulación—. ¿Tienes idea de to