A mi no me darás ordenes

- Pero qué te pasa animal, acaso no sabes que ese muchacho al que tú le diste ese golpe es el yerno del dueño de este lugar-. Le reclamó Aixa enojada a Leonardo, pues le preocupaba que tomaran represalias en contra de ellos.

- Jaja pero quién te ha dicho semejante mentira mujer, el dueño de este lugar yo lo conozco muy bien y no tiene ninguna hija. Por lo tanto este imbécil no puede ser su yerno.

- ¿Y por qué lo golpeaste si no estaba haciendo nada malo?

- Vaya no lo puedo creer, mi esposa defendiendo a otro hombre delante de mí. Hay que ver que eres una oportunista, solo te dijo ese tipo que era de dinero y ya andabas detrás de él.

- Eso no es cierto, no me acuses sin saber.

- A mi no me vas a estar contradiciendo m*****a perra, si yo digo que así son las cosas es porque así lo son. Y te lo advierto desde ahorita, si te vuelvo a ver junto a otro hombre esta vez no va a ser él quien va a ganar su merecido, vas a ser tú, eso que te quede claro mujercita.

A mí me tienes que respetar, me has entendido o quieres que te lo grabe para que a cada rato lo escuches y aprendas.

- Ya lo he entendido-. Respondió la chica temerosa.

- Así me gusta muchachita, que me entiendas a la primera-.

Leonardo llamó a los guardias para que vinieran a tomar las fotos y decidió avergonzar a su esposa, sin imaginarse que se llevaría una gran sorpresa.

- Quítate ese short  y esa blusa, si vienes a la playa debes de andar con traje de bañar-. Le dijo el chico, ya que según él ella no anda preparada.

- Con mucha pena la chica se despojó primero de su camiseta y luego de su short y los colocó en un sillón de playa que estaba cerca de ellos.

Leonardo estaba dándole órdenes a los guardias sobre cómo tomar las fotos, cuando se dio la vuelta se quedó mudo al ver a su esposa con unas prendas color rosa que quedaban a juego con su piel blanca, sus pechos medianos, marcadas caderas, trasero redondo y grande.

Tragó saliva con dificultad porque no se esperaba que su esposa tuviera ese cuerpo de modelo, y se preguntaba que como había hecho esta mujer para encontrar eso que le quedara a la perfección.

- Ven, colócate aquí para que salgamos rápido de esto y nos larguemos de aquí, ya estoy harto-.

Le dijo Leonardo mientras se sentaba en la arena y le hizo señas a la chica para que también se sentara a su lado, necesitaba terminar luego con este momento ya que su anatomía sexual le estaba jugando una mala pasada al reaccionar de forma contraria a su corazón cuando vio a la chica casi desnuda.

El guardia tomó las fotos y Leonardo de inmediato se separó de la chica, listo para irse.

Aixa se colocó de nuevo la ropa y salió detrás de su esposo, en el camino recibió un pequeño golpe de repente en su pierna y de inmediato volteó a ver, encontrándose con un pequeño balón y unos niños que se habían detenido asustados cuando vieron que la han golpeado con el balón.

El padre de uno de los niños muy responsablemente se levantó y fue a traer el balón y a disculparse con Aixa, luego ella siguió caminando para llegar hasta su habitación.

Mientras tanto Leonardo que vio cuando el hombre se le acercó a su esposa, decidió tomar cartas en el asunto.

- ¿Necesitas algo?

Preguntó Aixa cuando entró a su habitación y se encontró a Leonardo de pie frente a la ventana.

- ¿Tan necesitada estás de hombre que primero te veo con un tipo y ahora te veo con otro?

Preguntó el chico muy molesto porque no le gustó que otros hombres vieran a su esposa con morbo, y no claro que no la quiere o siente algo por ella, pero no le va a dar el gusto de que se divierta con otro en sus propias narices.

- Yo no estaba haciendo nada malo con ningún otro hombre, el señor simplemente se acercó para disculparse conmigo pero no pasó a más-. Dijo la chica muy nerviosa, ya que en verdad le tenía miedo a su propio esposo porque se mantiene con un carácter de pocos amigos.

- A mí nadie me va a tener como un cornudo muchachita insolente, soy tu esposo y me debes lealtad y respeto solo a mí.

- Sí señor como usted diga, ahora puede salir de mi habitación porque voy a cambiarme de ropa para irnos.

- No no  muchachita, a mí no me vas a decir lo que tengo que hacer. Aquí quién da las órdenes soy yo y tú serás la que las obedece, puedes vestirte delante de mí y te aseguro que no haré nada porque tú no eres del tipo de mujer que a mí me gusta.

Leonardo se volteó nuevamente hacia la ventana para darle la espalda a la chica, pero en su mente se estaba imaginando lo que la chica estaba haciendo y no aguantó más la curiosidad y se dio la vuelta.

La chica estaba dándole la espalda y tenía una toalla enrollada en su cuerpo, Leonardo se le acercó muy rápido y la tomó por la espalda dando besos en su cuello.

Aixa dio un salto porque no se lo esperaba, el chico le dio la vuelta y la besó desesperadamente.

- Tranquila, solo haremos lo que las parejas hacen-. Le susurró al oído, para luego recostarse sobre la cama y hacer el amor.

La chica lo sintió muy brusco y aunque no era su primera vez, siempre le dolió bastante pero no le dijo nada por el temor que le tiene.

Aixa pensó que él ya no la trataría mal por este momento íntimo que acaban de tener. Pero ocurrió todo lo contrario, Leonardo se levantó de la cama, se colocó su ropa y se fue a su habitación sin decir una sola palabra.

- Este maldito arrogante solo me usó para tener sexo-. Dijo Aixa levantándose dela cama y secando unas cuantas lágrimas que han brotado de sus ojos.

Por su parte Leonardo en su habitación se reprocha porque fue tan débil y no pudo resistirse al hermoso cuerpo de su esposa.

- Eso es para que aprendas a respetarme y para que tengas muy claro que conmigo no se juega ni se le coquetea a otros hombres delante de mí-. Le dijo Leonardo a su esposa cuando se encontraron fuera del hotel ya para abordar el auto que los trasladará al aeropuerto.

- Ya te dije que yo no te he faltado el respeto imbécil arrogante-. Le contestó de golpe la chica.

- ¿Cómo me llamaste muchachita? el hecho de que ya seas mía no te da el derecho a que me trates como tú quieras.

Que te quede claro que esto que pasó aquí fue porque yo así lo quise, y como eres mi esposa pues a la hora que yo quiera puedo hacerte mía y tú no pondrás ninguna resistencia porque para eso estás, para complacerme cuando a mi se me dé la gana.

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