Vi como Amy caía en el suelo por el dolor. Sus gritos eran como cuchillos atravesando mi corazón. Dallas y yo la rodeamos intentando calmarla, pero no funcionó. Fue igual que la última vez que dejó que la ira la dominara, solo que esta vez se sentía diferente, como si el dolor fuera aún más intenso, si eso era posible.
Nick comenzó a acercarse para ayudarla y solté un gruñido profundo.
—¡No la toques! —Grité.
Él dio un paso atrás, pero no pudo ocultar la preocupación en su rostro. Fuera o no el compañero de Dallas, había puesto a mi familia en peligro. Pude ver en el rostro de Dallas lo desconcertado que estaba, ya que siempre había sentido la necesidad de proteger a Amy, y ahora su compañero la había puesto en riesgo en nombre de esa protección.
Mia corrió hacia nosotros con la pastilla para dormir que habíamos usado la vez anterior e intentó colocarla en la boca de Amy. Sin embargo, no pudo lograrlo, sus labios estaban fuertemente apretados. La otra vez habíamos conseguido hablarle