La noche siguiente, Amy fue ingresada de nuevo a cirugía dos veces más. Pude ver cómo la esperanza se desvanecía poco a poco en los ojos de todos, incluso en los de Dallas. Cada vez que venían a actualizarnos, su mirada se apagaba un poco más. Él había estado esforzándose mucho por mantener la calma por todos nosotros, pero estaba perdiendo la batalla.
—¿Por qué no se van a casa a descansar un poco? Los llamaremos en cuanto tengamos novedades. —Sugirió mi madre con dulzura.
Ninguno de nosotros podía dormir, pero ella quería que lo intentáramos. Sin embargo, negué con la cabeza, no iba a irme hasta poder verla. Mi madre suspiró, sabiendo que no ganaría si intentaba presionarme.
Entonces mi padre intervino.
—Vayan a casa, dúchense y descansen. Los llamaré si pasa algo.
Usó su orden como Alfa y todos se levantaron… excepto yo. Me miró confundido.
—¡No me iré! ¡No hasta que pueda verla! —Exclamé, sentándome de nuevo en la silla y mirándolo con desafío. Alcancé a ver una leve sonrisa