Miré rápidamente hacia otro lado, alejando la vista de su mesa, y me concentré en Mia. Ella me observaba con el mismo nivel de confusión que seguramente podía ver reflejado en mis ojos, pero me negaba a hablar de eso aquí, había demasiados oídos, y ahora que Dallas me había marcado con una X en la espalda, todos iban a querer enterarse de lo que tenía que decir al respecto. Debió haberme leído la mente, porque relajó su expresión y simplemente empezó a comer sus bocadillos.
Bajé la mirada y vi lo que me trajo: galletas con relleno de queso, donas de chocolate, un sándwich de pavo y una bebida energética. Aunque fue un gesto amable, no podía confiar en ninguna de esas cosas, así que las empujé a un lado y levanté la vista hacia Mia. Ella me ofreció una de sus donas de chocolate, pero la rechacé. Todo ese incidente me tenía el estómago hecho un nudo, esperando ver qué iba a pasar.
Cuando finalmente sonó el timbre del almuerzo, interrumpiendo mi silencioso periodo de descanso, me levanté de un salto y traté de salir de ahí tan rápido como podía, después de despedirme de Mia. Tiré todos los bocadillos que me dio, normalmente intentaría devolvérselos, para que no desperdiciara su dinero en caso de que realmente no tuvieran nada malo, pero no tenía intenciones de volver a hablar con Dallas. De todos modos, no era como si hubiese dicho algo antes.
Por fin salí del comedor y me dirigí a la cuarta clase del día: Geografía Avanzada. Sentí a alguien corriendo detrás de mí, causando que se me tensara todo el cuerpo, preparándome para lo que sea que viniera, pero para mi sorpresa, no pasó nada.
—No te preocupes, no voy a hacerte nada. Solo pensé en acompañarte a clase. —Explicó Dallas amablemente, pero yo solo seguí caminando, tratando de fingir que no estaba ahí.
—Veo que no te gustaron los bocadillos que compré para ti. —Comentó.
Solo volteé un poco la cabeza y le dediqué una pequeña sonrisa, luego volví a mirar al frente. ¿Por qué me estaba hablando?
Soltó una pequeña risa.
—Vamos, Aims, sé que puedes hablar. Si no, no habría escuchado tu chiste. ¿No te gustaron tus bocadillos? —Insistió.
¿Aims? ¿Me acababa de poner un apodo o de verdad creía que me llamaba así?
Fuese como fuese, decidí hablarle. Tal vez así me dejaría en paz.
—Los bocadillos estaban bien, Dal. Simplemente no tenía hambre. No necesitas acompañarme a clase, sé perfectamente dónde está, pero gracias. Prefiero ir sola. —Respondí con fastidio.
Estaba empezando a enojarme, preferiría que hicieran lo que tuviesen planeado de una vez. No me gustaba esa mierda de “hazte amigo del enemigo”.
Soltó otra pequeña risa.
—¿Dal? —Dijo únicamente, como si estuviera saboreando el apodo, parecía estar pensando en algo.
—Me gusta, pero supongo que no era la reacción que esperabas. ¿No te gusta tu nuevo apodo? Siempre puedo pensar en otro. —Bromeó, pero ya estaba harta.
—Me da igual cómo me llames, me da igual lo que hagas. ¿Puedes dejar de fingir que eres amable conmigo y continuar con lo que sea que te mandaron a hacerme? —Me detuve en medio del pasillo, provocando un pequeño atasco de estudiantes, entonces lo miré directamente a los ojos.
Una sombra de culpa cruza su rostro, pero luego pareció estar triste.
—No estoy fingiendo, Aims. Mira, lo entiendo... pero sinceramente, no estoy planeando nada. —Respondió con tanta amabilidad que casi le creí, hasta que miré hacia un lado y vi a Cole y Walker intentando actuar con naturalidad, a menos de seis metros de nosotros.
Walker tenía el cabello rubio dorado, ojos azules, piel oliva pálida y era apenas un poco más alto que Cole y Dallas. Cole tenía el cabello castaño oscuro rizado, ojos oscuros y la piel del color del chocolate con leche. Todos estaban llenos de músculos y parecían ir al mismo peluquero.
Señalé con el dedo hacia sus amigos.
—Buen intento. —Le dije, y cuando volteó a ver hacia donde apuntaba, salí corriendo.
Pasé el resto del día completamente distraída, incluso en la clase de arte con Mia. La profesora estaba hablando sobre una pintura abstracta que hizo, siempre estaba hablando de sus propias pinturas. Había visto algunas, y sinceramente era una lástima que hubiese terminado como profesora de arte en preparatoria. Podría vender sus obras, pero dijo que cuando lo intentó, no pudo desprenderse de ellas, todas ocupaban un lugar en su corazón y no estaba dispuesta a dejarlas ir.
—¿Crees que todo esto sea parte de alguna broma estúpida? —Le susurré a Mia.
Ella me miró con tristeza.
—O sea, tal vez... pero también puede que solo quiera ser tu amigo. Sabes que no eres imposible de querer, Amy. Además, Dallas es el más amable de los matones. —Me dice, guiñándome el ojo y tomándome del brazo.
—En esta manada, hay pocas probabilidades que sea así. —Respondí rodando los ojos.
—No sé... yo te quiero muchísimo, así que no me parece tan descabellado. —Dijo con una sonrisa.
Fruncí los labios y volví a mirar hacia la profesora, aunque no escuchaba nada de lo que decía. Dallas ya se había apoderado de mis pensamientos, y tal vez eso era lo que querían, que estuviese pensando todo el tiempo en lo que planeaban hacer. Desafortunadamente, estaba funcionando.