Cuando desperté, no sabía cuánto tiempo había pasado. Sentía como si me hubiera atropellado un autobús. Me costaba ver por el obvio ojo morado, pero al menos logré incorporarme hasta quedar sentada contra la pared. Saqué el teléfono con el único brazo que todavía me funcionaba, aunque cada músculo que movía me hacía sentir que me estaba muriendo. Ya casi eran las seis, mi mamá debía estar empezando a preocuparse, si es que no lo estaba ya. Abrí los mensajes.

Dallas: "Oye, perdí mi teléfono. Soy Dallas. ¡Más te vale no haberte ido caminando en tu cumpleaños! ¿Dónde estás?"

Dallas: "Oye, en serio, ¿dónde estás? Todos estamos empezando a preocuparnos".

Dallas: "Tu mamá no sabe dónde estás. ¿Puedes contestar por favor?"

Lo que me pasó era culpa de Dallas. ¿Por qué seguiría fingiendo que le importaba tanto si sabía perfectamente dónde estaba? Eso dolió más de lo que pensé, realmente había empezado a confiar en ellos. Bajé hasta el contacto de Mia. Noté que los demás chicos también me manda