Ella saltó en su puesto, vio al hombre joven y apuesto mirándola de forma inquisitoria, ella no deseaba problemas ni confusiones. El sujeto que tenía en frente era apuesto, demasiado apuesto y con un dejo de autoridad y sintió temor de lo que podía pasar en ese momento.
La mirada de Hanza era inquisitiva, esa joven le recordaba a alguien, pero era algo muy vago, por lo pronto nunca había visto una muchacha tan hermosa y cautivante a simple vista, con un aire de ingenuidad y a la vez sensualidad.
Malak en cambio sentía la mirada felina del sujeto, estaba sola y sin opciones de poder salir de allí, retrocedió y él le dijo con voz suave.
—No te asustes… No voy hacerte daño—intentó detenerla.
—Usted no puede estar aquí—retrocedió nerviosa.
El miró a todos lados y le preguntó con una sonrisa.
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