Capítulo 49.- Los planes de Roldán.
El silencio reinaba en la sala de juntas después de que Blair saliera. Roldán permaneció de pie, con la mirada clavada en la puerta cerrada, los dedos tamborileando contra el borde de la mesa. Aquella mujer, esa maldita mujer, había logrado lo que nadie en años: arrinconarlo.
No porque los documentos que llevaba fueran suficientes para hundirlo de inmediato, sino porque su mera existencia significaba una grieta. Y él sabía que en el mundo de los magnates, una grieta podía convertirse en un derrumbe si no se sellaba rápido.
Roldán respiró hondo, caminó hacia el ventanal y observó la ciudad que se extendía bajo sus pies. Torres de acero, luces encendidas, el bullicio incesante. Todo aquello era suyo, o al menos, debía seguir siéndolo. Era una de las sociedades que tanto le había costado obtener con Cyrus y así debía de seguir.
—Estúpida muchacha —murmuró entre dientes—. No tienes idea de lo que acabas de desatar.
Tomó su celular del bolsillo y marcó un número corto, directo, sin titubea