Unos días más tarde
Salvatore Gianluca
Tentado por los incontables mensajes de Violetta y nuestro intercambio de sentimientos, su padre finalmente había decidido darme su bendición para casarme con ella.
Aunque mi corazón seguía sumido en un duelo desgarrador por mis pérdidas, necesitaba una escapatoria, una salida que me arrancara de este maldito infierno que consumía cada fibra de mi ser. Mi imponente figura comenzaba a desmoronarse, y mis ganas de vivir estaban al borde de la extinción. Pero seguía vivo, aunque fuera en contra de mi voluntad. Siempre había despreciado el suicidio, considerándolo un acto de cobardes, y sin embargo, aquí estaba, existiendo como un cadáver con vida.
Actuaba como el peor de los idiotas. Violetta, cegada por el espejismo de amor, parecía convencida de que un contrato matrimonial entre dos mafiosos era el evento más grandioso de nuestras vidas.
—Quiero que nuestra boda sea anunciada en todos los medios, Salvatore. Que no escatimemos en absolutamente nada