CAPÍTULO 27

Escuché dos golpes en la puerta que nos sacaron abruptamente de nuestro intenso romance. Rodé los ojos. ¿Acaso no podía tener un solo minuto de paz con ella?

—Espérame, Roxanne, voy a ver quién es. —Me levanté de su lado y abrí la puerta. Kane estaba pálido, negando con la cabeza.

—Señor, acaban de atacar los barcos. Venía uno con los hombres destinados para la misión y… —Kane hizo un gesto de desagrado, como si fuera a vomitar.

—¿Qué? ¡Habla, Kane! ¿Qué te pasa? —le grité, apretando los puños, exigiendo respuestas.

—Esa mujer mandó una advertencia. Pero lo mejor es que lo vea usted mismo.

—¿Cómo que mandó una advertencia? ¿A qué carajos te refieres? —Sentí cómo el aire se volvía denso. No podía ser que hubieran descubierto tan rápido mi mansión.

—Pues señor, uno de los hombres llamó a Zane, y mi hermano fue por él durante la noche. Lo recogió, y el hombre... señor, es el líder de la parte marítima, Santiago Bincha.

—¿Y qué noticias nos trae nuestro querido amigo Santiago? —Lo miré a
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