Salvatore Gianluca
Un trueno ensordecedor me despertó de madrugada, sobresaltándome. Moví el brazo dormido con brusquedad, y la cabeza de Roxanne cayó a mi lado. Se removió un poco, gruñendo por el movimiento abrupto.
Me incorporé, aún agitado por las pesadillas, y miré el reloj: eran cerca de las seis de la mañana, ya era hora de levantarse. Ese día marcaba el plazo de los tres días que Antonella me había dado para encontrarnos, y sabía que, como siempre, traería alguna de sus malditas maniobras para hacerme sentir temor, sobre todo después de haber bloqueado sus accesos principales en el norte.
Me vestí rápidamente, y en ese momento sentí la mano de Roxanne tomando la mía antes de que pudiera salir.
—Te levantaste muy temprano, hace frío y está lloviendo. Quédate un rato más a mi lado. —gruño entredormida.
Acaricié su mano con ternura y me incliné para besarla en la mejilla.
—Duerme, siempre me despierto a esta hora o incluso antes.
Ella se acurrucó de nuevo entre las sábanas, y yo