NARRA EMERSON
Desde esta tarde había notado a Berenice algo extraña. Luego del repentino llanto, me había preocupado y mucho. Odiaba que no me dijera lo que le estaba sucediendo, pero no quería presionarla, sabía que algo me estaba ocultando y no podía imaginarme qué era.
En el transcurso de la cena, había estado muy callada. Solo contestaba monosílabos cuando era necesario, y las veces que sonreía –las cuales no eran muchas- la alegría no le llegaba a los ojos y sus ojos no brillaban como lo hacían a menudo. Tendría que ser paciente y esperar hasta que se sienta preparada de decírmelo.
Por fin había hablado con mi tío y mi abogado. Me habían puesto al corriente de cómo transcurrió la reunión con el viejo Esposito. Michael no estaba tranquilo con la situación y más de una vez me pidió que me cuidara a mí y a mi familia.
Yo creía que estaban exagerando, pero luego de ver las nuevas noticias que nos trajo Peter, podía esperar de él cualquier cosa. Debía hablar con Berenice cuanto an