Analisse
Un mes después
Estaba en la habitación de mi bebé, observando con ternura cada detalle que habíamos preparado con tanto amor. La cuna, los pequeños roperos, los adornos en las paredes, todo bien decorados. Mi mamá, sonriente, colocaba cuidadosamente unas ropitas sobre el ropero. Ella misma las había lavado esta mañana con la ayuda de María, a quien ya le había dado permiso para usar la lavadora. Me sentía eufórica, feliz. No solo por la cercanía del nacimiento de mi hijo, sino porque, por primera vez en mucho tiempo, sentía que lo tenía todo: un hogar lleno de amor, a Leonard a mi lado, y a mi mamá compartiendo este momento tan especial.
Solté un suspiro profundo, como si quisiera grabar ese instante en mi mente. Salí de la habitación dejando a mamá organizando a su manera, como a ella le gustaba y a los decoradores con el tapizado.
Mientras bajaba las escaleras, escuché pasos apresurados. Era una de las empleadas, y detrás de ella, para mi sorpresa, apareció la madre de Leon