MILA
Algo me da en el pecho cuando cierro la puerta detrás de mi y Maximiliano esta con la espalda pegada al cristal, con unos baqueros negros y las manos dentro de los bolsillos. El torso fornido lo tiene descubierto, el cabello le cae a la frente sin fijador y se ve tan atractivo que trago saliva.
—Hola—camino nerviosa y me siento como aquella adolescente a la cual los nervios la atacaba cada que sus ojos la miraban.
—Demoraste —es amable pero lo siento apático, seco conmigo y trago saliva despacio con la mirada distante que me da, manteniendo la misma posición.
—Lo siento—le respondo—mis nervios.
—¿Qué te tiene nerviosa —doy un paso dejando mi bolsa en el sillón.
—Tu—mantengo la distancia cuando me detengo, no se si acercarme o no, y tomar por primera vez la iniciativa.
—Yo, pero no tienes idea como me pones tu a mi.
—¿Cómo? —juego con mis dedos nerviosa.
—Excitado, nervioso, impresionado—eso es peor y me tomo un tiempo antes de hablar.
Me acerco a Maximiliano con una sonrisa seduc