Enzo y Antonella eran una las parejas más estables públicamente en Italia, y uno los rostros favoritos los tabloides, pero desde la intimidad de su casa, ellos ocultaban una discusión constante que los estaba llevando al punto del declive. A sus 32 años, Enzo Cavalli quería un hijo, una familia para formar y herederos que dejar, cuestión que su mujer no aceptaba por el simple hecho de no dañar su figura. En un momento de una fuerte presión, Antonella utiliza todas sus armas contra su fiel y dulce asistente, Gianna Ricci, porque decir que le debe hasta el alma, es quedarse bastante corta. “Quiero que me alquiles tu vientre”, esto más bien se escuchó como una orden, y teniendo la casa de sus padres hipotecada, y un montón de deudas por atender, a Gianna no le quedó de otra, que sucumbir a un trato oscuro que tenía muchos sucesos ocultos, entre ellos, una cercanía irreparable con Enzo, de la que ella no iba a poder escapar…
Leer más—¿Qué dice la prueba? —Enzo preguntó cuando Antonella salió del baño, mientras ella le mostró la cinta que comprobaba su estado negativo.
El hombre tomó la cinta y la observó con decepción, pero asintió rápido hacia ella.
—No te preocupes… no pasa nada —Se levantó tomando su rostro, y dio un beso leve en la su sien—. Iremos a un especialista esta semana… ahora, debo irme a trabajar.
Antonella apretó su mandíbula y asintió. Pero antes de dejarlo ir, lo abrazó por la cintura, mientras lo miró detenidamente hacia arriba.
—¿Por qué se te ha hecho tan difícil conformarte conmigo? —Enzo la miró serio.
—No digas eso… te quiero, lo sabes… pero Antonella, somos italianos, la palabra familia corre por nuestras venas… tenemos un maravilloso matrimonio, y quiero hijos, siempre lo supiste, siempre lo has sabido, no vamos a discutir otra vez por esto…
Antonella tomó una aspiración y asintió.
Estaba harta de esta constante discusión, y ni siquiera sabía cuál sería el siguiente paso.
—Bien… déjame buscar un especialista. Tú trabajas mucho, y yo… atenderé este asunto.
Enzo la miró por un momento, y luego acarició su mejilla.
—Bien… confió en ti —dejando un beso corto en los labios, Enzo salió disparado fuera de su enorme mansión, mientras su chofer se hizo cargo del volante, y él se perdía en sus pensamientos.
Antonella lo vio por su enorme balcón cuando salieron de su residencia, y luego corrió a marcar a su mejor amiga, Luciana.
—Necesito de tu ayuda… urgente…
Planearon reunirse en algún café costoso de Roma durante la llamada, y ella se arregló rápidamente para estar a la hora.
—¿Y qué vas a hacer? Se supone que le dijiste que ya no te estás tomando algún anticonceptivo…
—¡No quiero embarazarme! ¿Cómo es tan difícil de entender? Enzo mirará otras figuras, ¿y yo qué?, seré una gorda con un enorme bulto en mi perfecta cintura de avispa, que ha sido diseñada por los mejores cirujanos… ¡No quiero! ¡No quiero!
Luciana parpadeó ante su pataleta. Decir que Antonella era la mujer más afortunada de toda Italia, no era solo un cumplido, porque Enzo Cavalli, era uno de los hombres más correctos que ella había podido conocer.
Si le hubiese pedido 5 hijos a ella, no lo hubiese pensado un segundo.
—¿Y qué se supone que harás ahora que visitarán un especialista? Es una locura, Antonella, ahora estás haciéndole ver que tienes un problema para tener hijos —refutó Luciana tomando su taza de té.
—No lo sé… ¿Por qué crees que estás aquí? ¡Para ayudarme!
—¿Yo? —la mujer abrió los ojos con incredulidad…
—Trabajas en una clínica… Encuentra un médico que reciba una cantidad adecuada de dinero por esto, y le diga a Enzo que soy yo la del problema.
Luciana parpadeó totalmente impresionada.
—Amiga… ¿No crees que estás llevando esto demasiado lejos?
Pero Antonella negó.
—No… no voy a dañar mi figura… y no cederé a la petición de Enzo de llenarme de hijos…
Luciana dejó la taza en la mesa, y luego pasó un trago.
—Intentaré hacer algo, dame un tiempo durante la tarde, y te llamaré…
—De acuerdo, pero hazlo rápido, nunca había visto esta condición de Enzo. Quiero decir, antes peleaba y sacaba el tema cada nada. Pero ahora está tan callado… tan pensativo, que da incluso miedo.
—Está cansado… —dictaminó Luciana, mientras Antonella la fulminó con la mirada—. ¿Qué? Te lo he dicho muchas veces… aceptaste sus gustos cuando se casaron, y estuviste de acuerdo con él cuando te expresó que lo más importante para él era la familia…
Con su cara de fastidio, Antonella no le prestó mucha atención, y luego tecleó rápido en su celular, para decirle a su asistente que pasara todos sus pendientes para la tarde.
Ella podía irse todo un mes de su empresa de diseño, y Gianna hábilmente podía resolver todos sus problemas en el trabajo, así que confiaba en ella en su totalidad, además de que literalmente le había vendido su alma.
Y de vez en cuando se aprovechaba de eso.
*
Gianna dejó la hoja encima de su escritorio, mientras sus manos temblaron. Estaba al borde de las lágrimas, pero se contuvo porque estaba en el trabajo, y ella era realmente la cara de este negocio cuando la señora Antonella no estaba en el lugar.
Su teléfono titiló en una notificación, y comprobó que su jefa, le había notificado que pasara todo para la tarde, y suspiró sabiendo que el trabajo era su respirar.
Entonces llevó sus manos a su cabello castaño claro, y luego cerró los ojos para aspirar el aire.
«¿Qué iba a hacer ahora? ¿Pedir otro préstamo a la señora Antonella?, ya era demasiado abuso de su confianza, y ¿Cuánto le debía?»
El corazón le cayó en el estómago al ver la cifra de la hipoteca de la casa de sus padres, y negando supo que era imposible pagarla antes del tiempo que allí estipulaban.
Les había dicho a sus padres que se fueran de Roma, era una ciudad costosa, pero ellos estaban muy apegados a la casa patrimonial que había sido heredada de generación a generación de su padre Carlo, y su madre Bianca, le seguía en todas sus decisiones sin chistar.
No se quejaba por su familia, tenía la más hermosa de todas, junto con su hermana Rosella, que cumpliría prontamente nueve años. Pero en cuestión de dinero, no habían sido los más afortunados, y parecía que las deudas los correteaban cada mes.
Gianna se levantó del puesto ajustando su vestido negro, que era el peculiar color de uniforme que tenían todos los empleados de aquel lugar, y no era cualquier uniforme, el suyo era un diseño único que Antonella mandaba a hacer para presumir ante los demás con respecto a sus empleados.
Trabajaba en un bonito edificio de solo tres plantas, espaciosas y largas, llenas de oficinas, y dividido en una forma particular. Los diseños, la parte de costura y venta, se mostraban en los primeros pisos, pero el manejo de la empresa, se llevaba en este piso, que Gianna controlaba en su totalidad.
Ella hizo todo lo correspondiente a la petición de Antonella, y luego le envió un mensaje a su madre, para decirle que se quedara tranquila, y que ella lo resolvería.
Pero la verdad era que no sabía cómo, no sabía cómo sacar una cantidad tan grande de la hipoteca, ni cómo seguir costeando su familia, ahora que su padre, estaba incapacitado de por vida cuando hace unos meses había tenido un accidente, en su trabajo de construcción.
Su madre siempre había sido ama de casa, y había pagado sus estudios trabajando medio tiempo, dejando el sueño a medias.
Ahora que lo pensaba, ya no tenía las fuerzas, y la única solución, era hablar con su jefa, a la que, en estas instancias, le debía una fortuna.
—Mamá… —Gianna se giró rápido cuando fue Gabriela quien la llamó rascándose los ojos, y haciendo un puchero se acercó a ella, sabiendo que no todo iba a salir como lo había planeado.—Le daremos un dulce… eso le activará la energía, al menos hasta que camine al altar contigo —Alexia, que tenía a Chiara en sus brazos, rebuscó en su bolso hasta encontrar dos paletas grandes de caramelo.Y aunque sabía que Gianna era muy cuidadosa con los dulces para sus hijas, supo que no iba a negarse en esta ocasión.Las chicas parecieron alegrarse, y la niñera les puso dos grandes baberos para proteger sus vestidos. También se sentó muy cerca de ellas por donde estaban los juguetes, mientras las estilistas terminaban con Gianna, que no dejaba de mirar a sus hijas desde unos metros de distancia.—Es la primera vez que veo que el novio, esperará a tres chicas en vez de una… —Y Gianna sonrió con el comentario de la estilista.—No te imaginarás si te cuento mi vida… habrá muchas primeras veces conmigo… —
Gianna sonrió cuando los aplausos la invadieron, mientras ella cortó la cinta roja del nuevo atelier que Enzo y Ángelo habían comprado, sumándose a la nueva inversión de las empresas Cavalli.Este estudio estaría dirigido completamente por ella y constaba de dos plantas amplias y muy cómodas para seguir ejecutando sus diseños.Su línea había sido lanzada hace dos años aproximadamente, y había tenido tanto éxito que se sintió motivada para seguir con una línea nueva para niñas, que también estaba siendo un éxito hasta ahora.No había querido cambiar el nombre de su nueva planta, y decía suya porque ahora era su propia jefe, y tenía empleados maravillosos que hacían de su trabajo una gran familia.El atelier seguía teniendo el mismo apellido Cavalli, porque también sería el patrimonio de sus hijas, que ahora estaban por cumplir los dos años de edad.Cuando todos entraron al primer piso, que era donde se exponían los diseños y se manejaba toda la venta, ella aspiró el aire al ver que los
Aunque Enzo avisó a la familia de Antonella, ellos no llegaron sino en el momento del sepelio, y fue Gianna y su familia quien se encargó de la preparación del cuerpo de Antonella, la tumba y todo lo concerniente al entierro.Y por respeto a su familia, ella se mantuvo un poco alejada cuando el momento del entierro ocurrió.No hubo mucha gente, pero Gianna pudo evidenciar a su amiga Luciana, que lloraba desconsoladamente, incluso, estaba más afectada que los mismos padres de Antonella.Gianna acarició su barriga y se metió al auto cuando vio que, al terminar el sepelio, los padres de Antonella comenzaron a hablar con Enzo, y ella prefirió cerrar los ojos, recostarse al asiento, y respirar profundo.El ambiente se sentía diferente incluso ahora en medio de las lágrimas y el luto, pero Gianna podía sentirse completamente en paz, sabiendo que sus hijas estarían seguras de ahora en adelante, aunque sonara algo cruel.Una hora después todos comenzaron a marcharse y Gianna sintió como el al
—Por favor, ten mucho cuidado… —Gianna arregló la chaqueta de Enzo, y luego lo abrazó.—No demorará mucho… además, estoy lidiando con el abogado para que no tengas que asistir al juzgado cuando comience el juicio.—Pero sabes que si debo ir… necesitan mi confesión, y no podemos saltarnos de eso.Enzo acarició su mejilla y asintió, queriendo con toda su alma, que por alguna razón no tuviera que someterla a esto.Le dio un beso largo a Gianna, y luego se soltó de ella, para ordenarle a Luke que lo llevara al lugar.Aspiró un poco el aire natural de la calle y luego comprobó que cada día se sumaban más titulares a la prensa en contra de Antonella, y solo se preocupó un poco por su estabilidad mental.No era fácil de llevar, había pasado por esto también, y esperaba que después del juicio, la prensa se calmara en cuanto a ella.Se bajó en el edificio jurídico y entró a los pisos correspondientes, para que luego entrar en una oficina, a donde lo guiaron, y cuando llegó al lugar, entonces v
Una semana después, Enzo tomó una aspiración grande cuando colgó el teléfono. Recostó su cabeza al sillón de oficina, y cerró los ojos.“Señor, ha ganado la demanda de divorcio…”A pesar de todo, le había ofertado parte de su fortuna a Antonella, y ahora que solo tenía que firmar ese documento para ser libre de ella, sentía una paz que nunca en su vida había experimentado. Una carga muy pesada se había ido de sus hombros, y solo quedaba la fecha del juicio, para que Antonella diera cuenta de todas sus acciones frente a la corte.Estaba masajeando su cien, cuando la voz de Gianna llegó a sus oídos.—Amor… lamento interrumpir… —y él sonrió colocándose de pie.Gianna ya estaba cumpliendo los cinco meses de embarazo, pero ella cada día se veía más hermosa con su perfecta barriga.—¿Interrumpir? ¿Qué significa? No tienes ni que avisar… —él la tomó de las caderas, pero Gianna no sonrió—. ¿Hay alguna mala noticia?Ella negó, y luego le paso su iPad, para que viera un titular.“Increíble con
Gianna terminó de colocar los platos en la mesa cuando se detuvo frente a ella para comprobar que todo estuviera listo.—¿Crees que les gustará todo…? Nunca he hecho nada así en mi vida antes…Y Enzo la abrazó por detrás dándole pequeños besos en sus mejillas y cuello.—No tienes que hacer nada de esto. Hay personas aquí encargándose… —ella se giró y negó rápidamente.—¿Qué sentido tiene invitar a nuestra familia y que no hayamos hecho nada para ellos? Mamá se dará cuenta de que la mayoría de cosas no fueron preparadas por mí…Enzo soltó la risa y luego apretó sus brazos.—Nunca he hecho nada con mis manos para invitar a mi familia, así que nadie se dará cuenta de que hemos comprado todo prácticamente…Gianna se cruzó de brazos.—Hice algunos postres… no puedes decir que todo lo compramos.—Lo digo en general, cara… no te enfurruñes porque si no… te llevaré arriba y te daré unas cuantas palmadas…Gianna se rio sonrojándose porque después de ese accidente, Enzo no había dejado su lado
Último capítulo