—¿Qué pasa? Estás muy callada… y esto no es de ti… —Antonella se giró con la copa en su mano, mientras una cena íntima se suscitaba en su casa, porque ella misma había mandado a preparar.
Pero el hecho era que no podía pensar en otra cosa, sino en ese embarazo, que aún no había sido comprobado, y que a la larga ella no pertenecía en el asunto.
Derramó una lágrima por su mejilla izquierda mientras Enzo se tensó.
—¿Dime qué ocurre?
Antonella sonrió mientras negó y tomó la copa de golpe.
—Estoy feliz… ya han pasado unas semanas… el tratamiento fue un éxito ese día, y pronto sabremos si ya estamos siendo padres…
Enzo asintió, y luego masajeó su sien.
—Aún no sé cómo abordar el tema con mi familia.
—¿Y eso importa? —él se giró de golpe, mientras su ánimo se agrió.
—Importa sí, y mucho… es mi familia Antonella… lo más importante para mí.
—¿Y yo donde quedo aquí?
Un bufido salió por la boca de Enzo totalmente exasperado, y se levantó de inmediato diciendo.
—Pensé que eras parte de ella… pero