Mundo ficciónIniciar sesiónSOL:
Azariel se enderezó al instante y se mantuvo firme delante de mí. Los hombres me escudriñaban con interés, evaluándome. Aquella extraña quietud hizo que mi propia respiración se volviera más pesada. Pensé en escapar utilizando el fuego, como me había enseñado el abuelo. Quizás debería visitar el mundo de los humanos.
—Princesa, no debe temer —dijo el capitán—. Es la guardia de su padre. No le presté mucha atención; ya me había dado cuenta. Esa voz retumbó de nuevo en mi cabeza. Giré hacia la puerta y levité despacio hacia ella, dándome cuenta de que, desde allí, era más nítida la voz que escuchaba. —Capitán, ¿puedo hacerle una pregunta? —pregunté, tocando la puerta con mi mano, que vibró ante mi contacto.






