EL SEÑOR DEL INFRAMUNDO:

Por otro lado, llego a la cueva donde había estado mi hijo y solo veo las cadenas. Hago que estas se fundan con el poderoso rayo que lanzo.  

—¡¡¡Nooooo!!! —vocifero, furioso.  

Me giro justo a tiempo para ver cómo el príncipe Flair me ataca con todo. Me defiendo y comienza una lucha encarnizada, cuando vuelvo a escuchar la voz de mi hijo.  

—¡Papá…, salva a mi Sol, salva a mi Sol! —me pide desesperado.  

Es en ese momento que me acuerdo de que ella iba cayendo hacia el río de las almas perdidas. Me enfoco por un momento, abriendo la nube roja delante de mí, justo para ver cómo van a ser tragados por ellas. Muevo la mano y lo impido, transportándolos a mis aposentos. Al ver esto, Flair se detiene y me enfrenta.  

—¿Qué pretendes hacer con mi hija? —pregunta fur