82. TRATANDO DE SALVAR AL PRÍNCIPE
EL SEÑOR DEL INFRAMUNDO:
Observo, una y otra vez, los intentos de Sol por introducirse en mi hijo, y no puedo evitar sentir una punzada en mi ser. Las lágrimas que brotan de sus ojos me revelan que se siente rechazada. Con un suspiro profundo, la envuelvo en una esfera protectora y la adormezco, deseando aliviar su angustia. Luego, me dirijo hacia mi hijo, consciente de que él fue quien la marcó con fuego, y me embarga la confusión al ver su rechazo.
Me dedico a tratar de que recupere toda su vitalidad, pero es casi inexistente. Con determinación, lo tomo y lo llevo hacia el fuego perpetuo, dejando escapar un suspiro profundo mientras me transformo en mi verdadera imagen. Comienzo a conjurar, justo cuando estoy a punto de lanzar a mi hijo a la hoguera que lo rejuvenecería. En ese momento, una voz en mi cabeza me detiene.
—¡No lo hagas! —suena la voz de Aloqua.
—¿Aloqua? —respondo incrédulo.
—Sí, todavía estoy dentro de nuestro hijo —me explica para mi sorpresa—. No sé por qué no puedo