En medio del bosque nevado, me encuentro parapetado detrás de una colina, esperando a alguien junto a varias figuras. Al fin lo veo llegar en compañía de dos más.
—¿La encontraron? —pregunto, anticipando una respuesta.—Sí y no —contesta el que llega.—¿Qué quieres decir? —insisto.—Nos avisaron de que estaba en el castillo, pero, cuando fuimos, sólo había rastros de dos vampiros muertos —contesta el más joven. El aire parece haberse detenido, cargado de incertidumbre. La nieve sigue cayendo, acumulándose con suavidad a nuestro alrededor, ajena a la inquietud que nos devora.—¿Dos vampiros? ¿Crees que la volvieron a coger ellos? Entonces, ¿dónde están? —extravío la frustración en mi pregunta.—Si lo supiéramos, no estaríamos te