Todos nos miramos entre nosotros, conteniendo la respiración con el miedo reflejado en nuestros rostros. Los hombres y mujeres presentes intercambiamos miradas cautelosas mientras el peso de las palabras del Alfa se asentaba en nuestras mentes como una amenaza latente. Uno de los hombres más jóvenes dio un paso adelante, tragando saliva visiblemente nervioso.
—Hicimos todo lo posible para borrar cualquier rastro, mi Alfa. Cambiamos de caminos, nos dividimos por el bosque y nos reagrupamos antes de volver aquí —dijo con voz tensa —. Pero si él realmente es capaz de tomar nuestra forma... El Alfa giró lentamente, observándonos a todos con detenimiento. Su presencia era imponente, y bastó con que sus ojos penetrantes examinaran a cada uno de nosotros para crear una oleada de incomodidad. Su instinto nunca había fallado, y aunque el temor que sentíamos era visible, no mostrábam