ÁRNYÉK:
No contesto. En lugar de eso, aprieto los puños tan fuerte que mis uñas se clavan en las palmas. Llevo siglos enfrentando a mi madre, sorteando sus intrigas y soportando ese odio inexplicable que arde en su mirada cada vez que me observa. Pero ahora que Sol está en medio de todo esto, todo es distinto. Sirius me mira con más determinación.
—Señor, no puede protegerla aquí. El castillo es demasiado peligroso para alguien como ella —me recuerda de nuevo. —¿Crees que no lo sé? —gruño, levantando la vista hacia él. Mi voz se arrastra como un aullido contenido, cargada de desesperación. Por supuesto que lo sé. Sé que cada minuto que paso aquí con Sol es un riesgo. Sé que estoy tentando al destino, desafiando a todos los monstruos que acechan más allá de estas paredes. Pero tam