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Caesar me había levantado muy temprano, según él, me tenía una sorpresa, cosa que no me daba buena espina.
Me bañé y me arregle rápidamente, cuando iba a bajar las escaleras para encontrarme con Caesar, Barbara se me cruzó en el camino y me miró con el ceño fruncido.
— ¿Y ahora tu qué tienes? — Le pregunté.
Ella se curso de brazos y me miró de arriba a bajo, después se acercó mas a mi y empezó a olerme.
— ¿Porque te arreglaste tanto? — Me preguntó.
Yo me cruce de brazos y la mire a los ojos.
— ¿Quieres que salga desnudo? — Le pregunté.
Barbara me miró mal.
— ¡No! Pero estás muy arreglado — Ella se puso de puntillas y despeinó mi pelo.
Después abrio un par de botones de mi camisa, me miró de arriba a bajo y volvió a abotonar los botones.
— ¿ya? — Le pregunté.
Bárbara volvió a mirarme.
— ¡Es que te ves muy sexy! — Se quejo.
— ¿Cuál es el problema? — Le pregunté un poco desesperado.
— Caesar quiere que desayunes con esa mujer, y no quiero que te vea lindo — Me dijo.
Yo respire profundo