Carolina caminaba de un lado a otro, se sentía sola. Decide recostarse en la cama, mira al techo, no puede seguir en esa habitación. Era como si se estuviera ahogando ella sola. Sale al bar, pide un trago.
—Cortesía del hombre de allá. —Dice el mesero, señalando en la dirección de Lucas, que levanta su vaso en forma de brindis, se toma su trago, y se marcha del lugar. Carolina, por un momento, piensa en seguirlo para disculparse, pero se contiene, al ver a Carla llegar al lugar.
—¿Qué haces aquí?
—No contestabas mis llamadas, estaba preocupada.
—¿Cómo supiste que estaba aquí?
—Soy tu mejor amiga, ¿lo recuerdas? —Dice la mujer, que mira en la dirección en que observa Carolina, notando al guardaespaldas que va saliendo del lugar. —¿Qué pasa?
—¿De qué?
—¿Por qué miras a ese hombre? ¿Acaso te gusta?
—¿Qué no? Él es mi guardaespaldas... no, ¿cómo crees? —Niega muy nerviosa.
—¡Ya sé, tonta! Me acuerdo de él, solamente te molestaba. ¿Pero por qué se fue? ¿No debería c