—Da vuelta a la derecha. —Le indica Carolina a Lucas que la observaba por el rabillo del ojo juguetear con sus pulgares sin parar, a la vez que liberaba largos suspiros.
—Es aquí… —Le muestra una hermosa casa, de amplias puertas.
Lucas, que detiene el auto, en la acera, justo frente a la casa, se baja para abrir la puerta de la mujer, que aún permanecía sentada con el cinturón de seguridad abrochado, mientras seguía jugueteando con sus dedos.
—¿Señorita está bien? —Le pregunta.
—¿Eh? Si… si… —Suelta un par de respiros más, luego de dedicarle una amable, pero falsa sonrisa, y finalmente sale del auto.
—¿Quiere que la acompañe o prefiere que me quede en el auto? —Pregunta el hombre que sabía debía estar con ella, pero prefería estar seguro de que así lo quisiera la mujer.
—No te traje hasta aquí para qué te quedarás en el auto. —Responde un poco fría.
—Entiendo. —La sigue de cerca, pero justo frente a la puerta, con la mano levantada, preparada para to