Capítulo 23. La tristeza que otros no ven
Cuando Felipe logró reaccionar, las personas que habían pasado por donde él estaba ya se habían ido. De inmediato comenzó a mirar a todas partes, pero no pudo ver nada, así que le preguntó a Lucas si había visto a alguien pasar cerca de él.
Lucas lo miró y le respondió que un grupo de personas había pasado, pero que ya habían entrado al restaurante.
Felipe caminó rápido hacia la entrada, con la esperanza de volver a oler aquel perfume y encontrar a su mujer misterio. Pero justo cuando iba entrando, una chica que estaba en la puerta le preguntó:
—Perdón, señor, ¿tiene alguna reservación?
Lucas se adelantó y enseguida le respondió:
—Sí.
La chica volvió a preguntar:
—¿A nombre de quién está la reservación?
—A nombre del señor Felipe García —respondió Lucas.
Ella de inmediato miró su pantalla, le sonrió amablemente y dijo:
—Perdón, señor García. Síganme por aquí, por favor.
Y los acompañó hasta su mesa.
Cuando Felipe ya estaba adentro, miraba hacia todas partes para ver si podía ver a las