Él acorta la distancia que los separa y pone las manos en sus caderas. —Te digo que te ves tan sexy que si no me muero por oírte prometer, te estaría arrastrando de vuelta a la habitación del hotel para follarte ahora mismo—.
—De acuerdo—, dice Sarine con voz alegre. —Es hora de irnos—.
Sonrío, viendo a Chary intentar contener la sonrisa mientras Sarine me lleva. —Oye, quiero ver adónde me lleva eso—.
Ella se ríe y luego dice: —Estoy segura de que si quieres oír palabras sucias, hay dos hombres más que dispuestos a dártelas en algún lugar por aquí—.
Como si sus palabras los evocaran, en cuanto doblamos la esquina, ahí están esos dos hombres. Mis dos hombres. Ambos con camisas abotonadas, la gris de Zeky y la blanca de Herson, y ambos con pantalones negros. Se ríen de lo que dice Law, pero luego sus ojos se posan en mí al mismo tiempo, como si lo que me hace notar sus miradas cuando están cerca también les afectara.
Es la primera vez que me ven con mi vestido de dama de honor y la mira