El abuelo al escuchar los gritos bajó por las escaleras. Ya era un hombre muy mayor, su movimiento era despacio apoyado a su bastón.
Emanuel al verlo lo saludo respetuosamente. “Abuelo”.
El abuelo de Emanuel entrecerró los ojos. “¿Qué pasa aquí? ¿Por qué tantos gritos?”.
El señor Gustavo frustrado le explicó. “Tu nieto que se la pasa jugando en la calle con mujeres, deja la empresa y no le dedica el tiempo necesario”.
El hombre de la tercera edad entrecerró los ojos mirando a Emanuel. “¿Es cierto lo que dice tu padre?”.
Emanuel negó. “No estoy jugando con mujeres, salgo con alguien abuelo”. Trató de dejar clara toda la situación. “No entiendo cuál es el problema, deje la música como querían y me dedique a administración, estoy trabajando en la escuela y completo el horario laboral, no hay quejas de mí, ¿Porque no puedo salir con alguien?”.
El señor Gustavo caminaba de un lado a otro del salón, su voz llena de enojo retumbaba en las paredes.
“¡Es tu obligación con esta familia traer a