Finalmente, llegamos a toda velocidad al lugar donde debería haberse celebrado la ceremonia. Observé cómo los últimos invitados se dispersaban, sus rostros tensos y sus murmullos cargados de especulaciones sobre el escándalo que había estallado en plena ceremonia nupcial. Ciro, el segundo de Dante, se había aventurado entre la multitud para recabar información, regresó con una expresión sombría y noticias que hicieron que mi corazón se detuviera: la boda se había cancelado abruptamente y Celia había desaparecido.
—¿Cómo que ha desaparecido? —exigí saber, sintiendo cómo la ansiedad se entrelazaba con un temor sordo.—Así como lo oye, jefe —dijo Ciro, con voz grave—. Nadie sabe dónde está. Parece que después de que salieran a la luz unas imágenes comprometedoras de su hermana