212. GABRIEL.

Después de cenar y de ver a Evelin marcharse con Salvatore para hablar con su padre, Gabriel dirigió su silla eléctrica hacia el salón donde se encontraban los demás. Estaba preocupado por un mensaje que había recibido y no lograba descifrar. Decidió no interrumpir el momento de esparcimiento de los chicos, quienes reían con una comedia en la televisión; eran muchos los días seguidos enfrentando problemas sin tregua.

—¿Gabriel, te sucede algo? —la voz de Asiri lo sacó de sus cavilaciones.

—Después, cuando termine la comedia, os cuento —respondió con seriedad.

Pero Darío, reconociendo por la actitud de Gabriel que debía ser algo grave, apagó la televisión de inmediato y todos se giraron hacia él. Gabriel se sintió culpable por haber interrumpido su distracción.

—Continúen viendo la televisión, después lo discutimos —insistió, intentando que retomaran su entretenimiento.

Sin embargo, para su sorpresa, Darío, con un tono grave, afirmó que la vida les había enseñado a no posponer las cosa
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