La tensión sube como la espuma.
Los médicos se quedaron en su mesa perplejos y furiosos juraron vengarse de la ofensa que Rafael Mendoza les había hecho. Esos miserables eran unos traicioneros de mala entraña.
El CEO subió a Emma a su coche y arrojó sus cosas a la parte de atrás, le abrochó el cinturón de seguridad y pronto subió el también al auto para salir de inmediato del estacionamiento.
Emma no pudo resistir más y habló.
— Rafael, regresa allá y arregla las cosas.
— ¿Arreglar qué? No haré negocios con esos malditos canallas, ¿Qué clase de hombre crees que soy? Te faltaron al respeto, ¡¿Querías que me quedara como si nada viendo?!
— ¡Solo... solo soy tu asistente, y en lugar de ayudarte a cerrar el contrato lo arruiné, por mi culpa todo salió mal, debiste traer a Rogelio en mi lugar, debí quedarme en la oficina a pedirte el café y programar tu agenda!
Emma se sentía realmente mal, no solamente había pasado un momento bastante desagradable al proponerle que se portará bien con uno de los señores M