CAPÍTULO 43. De la jaula de oro al basurero.
Narrador.
Irina había llegado a su destino, siendo recibida por una señora mayor, con un humor de perros, que la aceptó más por obligación que por gusto. Las condiciones en las que vivía esa mujer eran precarias.
«Ya estoy aquí, así que debo adaptarme», pensó de manera positiva, mirando todo el lugar, el cual era un vecindario marginal.
—Mi hermana me dijo que eras su jefa —María la miraba con interés, notando que esa muchacha estaba en el lugar equivocado, porque hasta en su piel se notaba que no resistiría un mes viviendo la vida que ella ha vivido desde que nació.
—No tanto así —Irina se tocó el cabello y desvió la mirada.
—Espero que te acomodes a mi condición. No te puedo brindar nada de lo que estás acostumbrada, y debes buscar empleo, porque apenas me alcanza para comer dos comidas al día. Y hay días que, si no lavo ropa por paga, ni siquiera podemos comer —le puso María las cosas claras, porque no tenía las condiciones para tener a otra persona en su casa. Aceptó a Irina porqu