CAPÍTULO 41. Ni suya, ni de nadie.
Narra Irina
Miguel no se había descuidado de vigilarme ni un solo instante. Me sentía sofocada y muy enfadada por no poder tener una brecha para largarme. Mi nana lo tenía todo preparado: dinero, un pequeño bolso con ropa, incluso me mostró la dirección del lugar al que iría en el DF. Y aunque era mi primera vez yendo a la capital, no sentía miedo, porque deseaba que ese día llegara.
En todos estos días he tenido que ser fuerte y luchar contra Miguel, quien me pega hasta por gusto. Sin embargo, prefiero eso a que me toque.
Me busca con el plan de tomarme por la fuerza, pero cuando se cansa de mi rechazo, se va con Clarisa. La he molestado mucho, incluso la he hecho llorar, pero agradezco su presencia porque, de algún modo, es mi desahogo.
Ayer llegaron nuevos empleados que Miguel había contratado para el trabajo de una nueva siembra de granos. Y como cuando conocí a Orlando, me pareció ver a un hombre dentro de ese grupo de peones que no parecía ser uno, pero no dije nada, no le adver