59. UNA HERMOSA VISTA.
—Ivar, estoy ocupado.
—Necesito que me ayudes. Yo… yo no puedo guardar más el maldito secreto.
—Te lo dije desde un principio —Isak que estaba al otro lado de la línea gimió—. ¡Carajo!
—Estás follando.
—Si.
—No te estaba preguntando.
—Adiós, Ivar. No te puedo hablar.
La llamada se colgó y mientras que Ivar se había quedado entre dubitativo y desconsolado en su propia oficina, Isak estaba disfrutando de las ventajas de tener la libertad en sus manos, aunque en realidad para él la libertad estaba ahora mismo arrodillada y con los labios ocupados en su dura polla.
—Ragna… tienes que…
—¿Me detengo? —preguntó Ragna con una voz tan dulce que torturó aún más a Isak.
Isak pudo decir algo, pero en su lugar optó por presionar la cabeza de la rubia y hacer que sus gemidos se intensificaran, igual que el trabajo que ella estaba haciendo con tanta dedicación.
Media hora después Ragna estaba cubierta por una ligera y perlada capa de sudor que hacía que su piel brillara perfectamente de ma