38. LA CIUDAD QUE ARDE.
Baje de allí y salí de ese lugar, sabía exactamente lo que ese hijo de puta quería y yo no podía perder más tiempo, los minutos pasaban y tenía que estar junto a Valeska cuando ella abriera los ojos. Necesitaba que supiera que siempre iba a estar a su lado, sobre todo por que sus últimas palabras antes de quedarse dormida me partieron el corazón.
"Lo prometiste y me fallaste, tu también me fallaste"
Tenía que demostrarle que no le había fallado, que ella era todo y que estaba dispuesto a hacer que el mundo ardiera por su honor.
Partimos al otro lado de la ciudad y llegamos al club del que era enemigo el bastardo, aquel que tenía bajo su custodia a los americanos.
Entre sin permiso y arrasando con todo, Cho me ayudó en cada paso, golpeamos y lanzamos licor por todo lado y cuando la música se apagó, decidí gritar y clamar por los americanos, todos allí me conocían, pero nadie respondía.
Desenfunde el arma y di varios tiros al aire, mientras Cho regaba botellas y botellas de alcohol