3. EL CHICO DE LOS TATUAJES.

IVAR.

El camino por los pasillos de mi vieja casa está lleno de recuerdos, que aunque no quiera reconocer, son agradables. 

Mi casa solía ser un lugar agradable y cómodo, alegre y lleno de luz, pero ahora era un lugar sombrío, sin flores ni fotografías, las paredes eran grises y no tenían ese fino papel tapiz que mi madre solía comprar.

Las alfombras emotivas y de países extranjeros tampoco estaban, era solamente un piso frío y aburrido, como mi padre, así siempre fue mi padre.

Y como siempre mis pies se sienten pesados en esta casa, me parece tan difícil moverlos, es atemorizante, siento que vuelvo a ser un niño frágil, pero no tengo más opción que obedecer, por ahora.

Voy enredando las mangas nuevamente sobre mis brazos, un poco divertido, un poco travieso.

La condición para poder entrar en esta casa es que mis tatuajes deben estar cubiertos, por eso siempre llego con una prenda de cuello muy alto y mangas largas, mi cabello perfectamente peinado y lentes oscuros para cubrir esa pequeña mancha de tinta en mi rostro. Pero como siempre antes de entrar al despacho de mi honorable y adinerado padre y con los ojos de sus rozagantes y delirantes sirvientas me voy quitando esas prendas que muestran una cara mía que no es.

—Joven Isaken, un placer verle —las tetas de esta rubia eran una delicia, pero este día no tenía tiempo para volver a probarlas.

Además no podía sacar a la mujer de mis sueños, estaba seguro que la había visto la noche anterior, en ese parqueadero maloliente, allí donde tenía que ayudar a mi mejor amigo. Estaba seguro que era ella y de solo recordarlo sentía que mi mundo se volvía más… interesante. 

Continue mis pasos y 3 puertas antes de la imponente de madera negra y tallada que enseña el despacho de mi padre puedo escuchar los gritos de mi hermano Isak, el pobre es como un mal títere de mi padre y vive un infierno de m****a por complacer al viejo que solamente ha vivido sus más de 60 años con la satisfacción de tomar y hacer con las demás personas lo que le da la gana, yo había aprendido a decirle que no desde muy temprana edad, porque yo había dejado de ser el hijo que él quería y había tomado la decisión de ser yo.

Eso y que la muerte de mi madre nos separó como si la tierra se hubiese fragmentado en dos, yo quedé en un extremo y mi padre al otro. Pude gritarle, pude llorar, pelear (más), pude hacer una escena y tal vez hablar las cosas, pero aprendí que era mejor quedarme callado y vivir en soledad. Aguardando el momento perfecto para atacar. 

Así vivía desde que tenía 16, mi madre había muerto cuando yo recién cumplía 14 y todo fue tan repentino y doloroso por esa enfermedad que llegó y le arrebató la luz en meses, que simplemente no supe cómo vivir sin su amor, sin mi madre.

Pero esa era un a historia triste por la que había aprendido a dejar de llorar muchos años atrás, cuando era débil y estúpido, luego simplemente decidí dejar de llorar y golpear, los golpes me ayudaban a no pensar en lo mucho que me dolía todo lo que un niño había tenido que ver y soportar, cosas que no eran para esa edad.

—¿Qué necesitan de mí? —preguntó aburrido y encendiendo un cigarrillo mientras mi padre volvía sus ojos a mi.

—Sabes que tienes prohibido entrar a mi casa, mientras dejes ver todos esos horribles tatuajes y...

—Nadie los vio, me acabo de quitar esa ropa incómoda —le dije desinteresado y tomando una de las botellas de su licorera.

—Los vasos están... —pero no  me detuve a escucharlo, porque tomé directamente de la botella.

—No uso vasos y estando aquí permanecer sobrio no es una opción. ¿Qué quieren? —mire a mi hermano de reojo y este me sonrió diabólicamente. Isak era dulce y amable, pero un hijo de per.ra cuando se lo proponía. 

—Lo mejor para ti.

—¿En serio padre? —lo mire con una amplia y sarcástica sonrisa—. Creo que llegaste como 29 años tarde para eso, soy feliz sin ti y sin esto.

—Ivar no juegues con mi paciencia.

—Así como tu no jugaste conmigo y mis juguetes. De acuerdo. Entonces ¿qué necesitan de mí? Porque hasta donde sé, solo causo problemas y soy esa mancha que no le muestran a nadie.

—Te vas a casar.

—No.

—Si, en dos días.

—Isak no es gracioso, te he ayudado mucho —estaba advirtiéndole a mi hermano mayor, que me conocía mejor que nadie y sabía que le podía partir la cara con un solo golpe.

—Ivar, hermano, lo siento. He peleado con papá tanto como he podido, pero ni yo te puedo sacar de esto.

—Olvídate de mi ayuda, nunca más...

—¡Cállate y escucha! —Isak nunca me gritaba. Siempre ha sido una persona calmada y amable, con una sonrisa para todos, pero sus ojos se muestran afectados.

—¿Recuerdas ese chico de hace cuatro años? —preguntó mi padre acercándose demasiado a mi. Colocó su mano en mi mejilla y acarició, se sentía peligrosamente invasivo y suave. Casi como si en sus ojos quisiera mostrarme algo parecido a la bondad y a la diligencia—. El que casi muere por los golpes que le diste en la cabeza, era el sostén de su familia y en aquel hospital tu...

—No necesito que me recuerdes nada, se que lo que hice y se lo que pasó en ese hospital.

Recordaba poco de ese hospital, excepto los dulces y hermosos ojos de la mujer que había visto esa noche y que más bien parecía una alucinación, una que estaba seguro había tenido entre mis manos la noche anterior. 

—Entonces sabes tan bien como yo, que si te denuncio, si entrego las pruebas de tu culpabilidad y dejo de pagarle cada mes a esa familia irás a la cárcel y en la cárcel tienes bastantes enemigos.

—Los suficientes como para sacarme de tu camino, para terminar de esconder de una vez por todas al hijo maldito de la familia Isaken.

—No, los suficientes como para que te vuelvas su juguete, Ivar.

—Hermano, por favor escucha —Isak estaba tan calmado y tranquilo que eso me molestaba aún más.

—Debes casarte con una tonta niña, arrogante y maleducada, cree que tiene el mundo en sus manos y le encanta ir de compras.

—¿Por qué? ¿Para qué?

—Su madre me debe mucho dinero y si te casas con ella podremos controlar sus empresas, bueno tu hermano controlara sus empresas —la risa de Isak estaba por romper frente a mi padre, así que intervine, no podía dejarlo mostrar esa risa. 

—¿Por cuánto tiempo? Me refiero a que en cuanto tiempo se salda esa deuda.

—8 meses, máximo un año. Todo depende de cuán inteligente sea Isak para cobrar lo que nos deben.

—De acuerdo, luego de eso me voy con mi dinero, lejos de aquí, lejos de ustedes.

—¿Incluso de la tumba de tu madre? —Ahí estaban las malas intenciones de mi padre.

—Si, inclusive de la tumba de mi madre, esa que no te importo dejar morir mientras estaba postrada en una cama.

—No sabes de lo que hablas.

—Lo sé mejor que nadie en esta casa.

Mis puños estaban completamente blancos, sabía que las venas de mi frente y cuello estaban abultadas, pero no me importaba.

—Ivar, es hora de que te vayas —mi hermano habló, porque sabía cuales eran mis límites.

—Me voy a casar con esa mujer, pero no porque te tenga miedo a ti o la cárcel, lo hago por esa familia de ese chico. Pero no me pienso ir de mi casa, ni cambiar mi vida por esta estupidez. ¿De acuerdo? 

—Eso no es una casa, no al menos una casa digna para una mujer. 

—Pues que se aguante, no tengo la culpa de que su madre sea una derrochadora de mier.da.

—De acuerdo, entre más rápido tu hermano cobre ese dinero, más rápido saldrás de allí.

Me quedé con los ojos fijos en Isak y este solamente sonreía, tenía ese rostro típico de los chicos buenos de la escuela, de esos que usan lentes de marco grueso pero que son jodidamente sexy para las compañeras.

Me subí a mi moto y aceleré tanto como esta daba, quería sentir el aire de la libertad o tal vez accidentarme y morirme allí  mismo, la verdad es que no tenía demasiadas razones para aceptar ese absurdo que mi hermano me había propuesto, pero él había sacrificado tanto por mi, que no pude decirle que no, además que también de alguna forma lo iba a disfrutar, una pequeña venganza contra mi padre y en nombre de mi madre, era una oportunidad que no podía dejar pasar.

Aunque la venganza y mis planes iban viento en popa, de mi mente no podía sacar el rostro de ese chico.

Varios años atrás, el chico y yo éramos los más populares en los rings de las peleas callejeras, había luchado y derrotado a los mismos que yo, inclusive con mejores resultados, pero no nos habíamos enfrentado y en parte era porque sabía que el día que esa batalla llegará a mi vida no pensaba salir perdiendo. En efecto el encuentro se dio luego de mucha presión y unos exagerados montos de apuestas.

La pelea fue a muerte, tal como todos a los que les importaba, esperaban que fuera. Los golpes en mi cara, la piel abierta de mi rostro y sangre por toda mi ropa, cuando llegamos al hospital yo era una fiera, más bien como una bestia desatada y estaba fuera de control, la pelea se detuvo porque el chico ya no respondía y tuvieron que liberar mis puños del rostro del pobre. Las enfermeras intentaban limpiar mis heridas, pero no dejaba que nadie me tocará y fue entonces cuando levanté mis ojos y la vi.

Una chica menuda, demasiado delgada para mi gusto, pero con un rostro perfecto, angelical pero de mandíbula fuerte aunque estaba sucia, ojos claros y profundos, su pelo era más bien como una cuerda deshilachada. Su ropa y zapatos eran tan viejos que parecían varias tallas más pequeños, pero era tan hermosa seguía siendo igual de hermosa, la reconocí y sentí como mi pecho vibró. 

EL chico quedó en un estado vegetativo y mi padre para que no me pusieran problemas o mejor para no llenar más mi prontuario decidió que era  mejor pasarles dinero cada mes, eran una familia realmente pobre y no solo él era quien les ayudaba, yo estaba pendiente de cada cosa, aunque ellos no sabían realmente que había sido yo el que había dejado al hijo, hermano y novio postrado para siempre en una camilla.

Levanté mi cabeza por un segundo, mientras que el viento golpeaba mis brazos, recordando la noche anterior. Esos ojos, eran los mismos de hacía 4 años en aquel hospital.

¿Acaso existía la misericordia para alguien como yo?

Pero era más bella, más corpulenta, sus caderas, trasero y pechos estaban significativamente más rellenos, como si se la hubiese pasado comiendo, su pelo brillante y sus ojos eran curiosos y divertidos.

Me deslicé por entre la gente, ignorando finas manos con uñas pintadas que querían tocarme y follar,me. Ignore todo y luego simplemente le di la espalda esperando a que chocara conmigo. Casi la tenía para mi esta noche, pero se me fue de entre las manos.

No me quedaba esperanza, ni mucho menos energía para buscarla si debía casarme en breve con alguien que ni conocía y solamente estaba siendo un gilipollas con mantener la ilusión por una chica que me había visto dos veces en su vida, y la verdad es que tal vez ni me recordaba, porque esta vez no me quiso ni mirar.

Cuando al fin regresé a mi apartamento vi los autos lujosos de mi hermano, me acerqué antes de entrar. 

—Actuaste bien frente a papá.

—No estaba actuando.

—Si, como digas.

—Isak, más te vale que tu estúpido plan funcione o te voy a mat.ar.

—Prometo que así será. Toma —me entregó un papel con la dirección del lugar de la boda y la hora—. Por favor no faltes, ya casi somos libres, Ivar. Ya casi. Por cierto en los noticiarios saldrá la buena nueva.

—¡¿Qué carajos?!

—El chico de los tatuajes, se casa. Así será el titular.

—Ni se te ocurra.

—Será divertido, no lo niegues.

—¡No!

—Está bien, está bien.

—Isak.

—¿Si?

—Si la chica no me agrada...

—No le debes fidelidad y ella a ti tampoco, solo limpia un poco ese chiquero que tienes arriba —señalo mi piso—. Mañana vendrás a poner la cocina en orden y llenar la despensa de comida.

—No voy a dejar entrar a nadie.

—Entonces matala de hambre.

—Si quiere comer, que compre y cocine su comida, somos un negocio, no voy a ser su jodido niñero.

Terminé de fumar el cigarrillo que tenía entre mis labios mientras estaba recostado contra la pared conversando con mi hermano. Suspire y lo vi marcharse en su lujoso auto.

Tenía trabajo que hacer, porque yo era como un vampiro, trabajaba de noche y dormía de día.

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