Capítulo 88. El insulto que enciende la mecha.
Maximiliano Delacroix
El rugido que salió de mi garganta todavía vibraba en el aire cuando di el último paso que me separaba de ellos.
Adrián giró la cabeza, y el destello de luna en su mirada fue como un espejo de todo lo que siempre había detestado, soberbia, desdén, una confianza repugnante en su propio poder.
Sus dedos seguían hundidos en los brazos de Amy.
¡Mi Amy, mi mujer, mi esposa!
El mundo entero se me estrechó a un solo punto: sus manos marcándole la piel, encendiendo más mi furia. Todo lo demás, la música lejana, el murmullo de la fiesta, se volvió un zumbido irrelevante.
—¡Te dije que la soltaras! —repetí, la voz tan grave que sentí cómo le retumbó en el pecho.
Adrián no obedeció.
Sonrió.
Una sonrisa lenta, venenosa, que me heló la sangre antes de hacerla hervir.
—¿Y tú quién eres para dar órdenes? —preguntó con un tono que rezumaba burla.
La luz de la fuente le marcaba las facciones, acentuando la media luna de ironía en sus labios.
—Eres un simple amante.
Cada palabra c