Capítulo 194. La cruda verdad.

Adrián Soler

Las cámaras seguían grabando.

Esa sensación no desaparecía: la de estar desnudo frente a un país entero… pero vestido.

Marina cruzó una pierna sobre la otra, y giró apenas su bolígrafo entre los dedos. Ese gesto tenía filo. Era la clase de gesto que uno hace antes de apretar un gatillo verbal.

—Hablemos de hechos entonces —dijo ella, con una calma que sabía a sentencia—. Usted dice que no es un asesino. Bien. Pero… ¿Qué hay de todo lo que sí hizo?

No había reproche en su tono. Había disección.

Respiré. El público en casa debía sentir mi nerviosismo… pero no verlo como debilidad.

—Estoy aquí para eso —respondí—. Para asumirlo.

Marina no perdió tiempo.

—Empecemos por Amy.

Ese nombre… ese nombre era una bala directa a la parte de mí que todavía sangraba.

—Usted engañó a una mujer que fue leal a usted. Que lo apoyó cuando nadie más apostaba por su carrera. Engañó a la madre de su hija. La dejó sin casa… con una niña de cuatro años. Y además —alzó apenas el mentón— la mandó pr
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