Capítulo 163. Mala sensación.
Maximiliano Delacroix
El día había sido largo, pero uno de esos largos que valen la pena. Las oficinas de Argentum vibraban con un aire de éxito, de calma después de la tormenta.
El nombre de Amy estaba en todas partes: en los periódicos, en las pantallas del vestíbulo, en los correos de prensa que los departamentos de marketing no dejaban de reenviar.
“La nueva voz que está conquistando no solo a los Estados Unidos, sino también a América Latina.” Y cada vez que lo leía, sentía algo parecido a orgullo… y a paz.
Había pasado demasiado tiempo viendo el mundo como una guerra constante. Competencias, estrategias, alianzas. Pero con Amy, todo se volvía simple. Ella no luchaba por aplastar a nadie. Cantaba porque era su forma de respirar. Y quizá por eso, la vida le estaba devolviendo lo que tanto merecía.
Guardé los documentos del último proyecto en el portafolio, cerré la laptop y me levanté de la silla. La ciudad se veía distinta desde las ventanas del piso treinta y tres.
El atardecer