Capítulo 16. Chantaje.
Amy Espinoza
El chirrido metálico me atravesó los huesos. Contuve la respiración. Todo mi cuerpo se tensó porque lo supe de inmediato: alguien había venido a verme. Y mi mayor temor era que fuera él… Adrián.
La silueta apareció recortada contra la luz del fondo. Alta. Firme. Con los hombros rectos de quien se sabe dueño de la sala antes de entrar. Tragué saliva con fuerza, el corazón golpeándome como un tambor dentro del pecho.
—Dios… —susurré, temiendo lo inevitable.
Pero cuando la sombra se acercó y la luz delineó su rostro, sentí que el suelo desaparecía bajo mis pies.
No era Adrián. Era Maximiliano.
Su traje oscuro parecía absorber cada reflejo. El cabello perfectamente peinado hacia atrás, los ojos helados como acero. Caminaba con la calma calculada de un hombre que no necesita gritar para imponer respeto.
Los dos oficiales que estaban a la puerta se enderezaron instintivamente al verlo, como si su presencia bastara para reordenar la jerarquía del lugar.
Me quedé inmóvil. Una pa