Capítulo 142. Necesitaba ese silencio.
Amy Espinoza
La ambulancia avanzaba con el sonido constante de la sirena cortando el aire. El ruido era tan fuerte que parecía venir de dentro de mi cabeza. Cada latido de mi corazón se mezclaba con ese sonido. Rápido. Desesperado. Como si el mundo entero estuviera corriendo contra el tiempo.
Yo iba sentada a su lado, en la camilla, con una mano en su pecho y la otra apretando la suya. No podía dejar de mirarlo.
Tenía los ojos cerrados, la piel pálida, y esa calma falsa que da más miedo que los gritos.
—Tranquila, señora, el pulso está bien —dijo uno de los paramédicos, revisando los aparatos.
Pero yo no le creí.
Mi cabeza no podía procesar tranquilidad en ese momento.
No cuando lo había visto desplomarse frente a mí, con la mirada vacía y el cuerpo cayendo como si el alma se le escapara.
Le acaricié el cabello, apartándole un mechón que se pegaba a su frente sudada.
—Estoy aquí, Max —susurré—. No te voy a dejar solo.
El paramédico del asiento delantero hablaba por radio, dando indica