Capítulo 107. La vamos a encontrar.
Amy Espinoza
El eco de mis propios pasos retumbaba en el pasillo, como si alguien golpeara un tambor detrás de mí. Cada latido de mi corazón era un golpe más fuerte que el anterior.
La niñera apenas se sostenía, su cuerpo era un peso muerto que me obligaba a tirar de ella con fuerza. El frasco de pastillas tintineaba en mi mano, un sonido que me crispaba los nervios y que parecía gritar la palabra, negligencia a cada movimiento.
No podía creerlo. Mía desaparecida y la mujer a la que le confié su cuidado apenas podía abrir los ojos. La rabia me quemaba la garganta; la impotencia, el pecho.
—Camina —le ordené sin mirarla.
No respondía. Se limitaba a dejarse arrastrar, los pies deslizándose torpes sobre la alfombra. Me hervía la sangre. Cada vez que sus pasos se detenían, yo tiraba de su brazo con más fuerza.
El pasillo entero parecía haberse transformado en un escenario de pesadilla. Invitados a medio vestir que salían de las habitaciones; algunos nos miraban con curiosidad, otros preg