La competencia habΓa comenzado y el ambiente en el camerino era cada vez mΓ‘s tenso. Leonardo y yo escuchΓ‘bamos atentamente mientras anunciaban a los participantes, cada uno con su propia historia y talento. La mayorΓa eran muy talentosos, y no podΓa evitar sentirme nerviosa.
Cuando escuchamos nuestro nombre, nos volteamos a ver y comenzamos a caminar hacia la puerta que daba al escenario. Antes de cruzarla, nos dimos una mirada y suspiramos. La adrenalina corrΓa por mis venas.
Al cruzar la puerta, fuimos recibidos por un mar de luces deslumbrantes y los flashes de las cΓ‘maras. El olor a madera y barniz del piano y el violΓn llenaba el aire.
El pΓΊblico era un murmullo constante, como un rΓo que fluΓa sin cesar. ComencΓ© a sentirme abrumada, demasiadas caras, demasiadas cΓ‘maras. La emociΓ³n me estaba superando.
Leonardo, al notar mi nerviosismo, me tomΓ³ de la mano y me sentΓ³ junto a Γ©l en el piano. Le lancΓ© una mirada confundida y asustadiza.
βHay que tocar juntos βme dijo Leonardoβ, no