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Mientras Leonardo mantenΓa su brazo sobre mis hombros, sentΓ una mezcla de orgullo y nerviosismo. El auditorio se llenaba de un murmullo expectante, y las luces del escenario brillaban intensamente, destacando cada expresiΓ³n en nuestros rostros. El aire estaba cargado de la energΓa de nuestra reciente interpretaciΓ³n, y el pΓΊblico, aΓΊn en silencio, contenΓa la respiraciΓ³n.
Una de los jueces, una mujer elegante con el cabello gris recogido en un moΓ±o y una sonrisa cΓ‘lida, se levantΓ³ y tomΓ³ el micrΓ³fono.
βBuenas noches, SofΓa y Leonardo. Los felicito por esta gran interpretaciΓ³n. La verdad, me encantΓ³ βdijo la juez con una sonrisa, mientras sus ojos brillaban de emociΓ³n. Su voz resonaba clara y melodiosa en el auditorioβ. SofΓa, me dejaste fascinada. Con esa conexiΓ³n que tienes con tu violΓn, el gran trabajo que hiciste mientras tocabas... me dejΓ³ sin palabras.
SonreΓ y asentΓ, sintiendo un gran alivio y felicidad. Mi corazΓ³n aΓΊn latΓa acelerado despuΓ©s de la presentaciΓ³n, pero ahora me